3) El diálogo es un desafío en sí mismo, porque tienen que hablar por lo menos dos, dándose y recibiéndose mutuamente. Pero se puede dialogar sobre mentiras...
Dios ha querido crearnos para invitarnos para dialogar con Él. Pero jamás puede ser un diálogo basado en la mentira, puesto que Dios es verdad y en Él no cabe mentira alguna.
Quien se valore y valore el ser del otro no debería ceder a la tentación de hablar sin verdad, puesto que desvalorizaría su propio ser, al otro, y la relación entre ambos.
Cedemos a la tentación de hablar sin verdad cuando hablamos por despecho, o enojados, o por envidia, o por celos, o por cualquier sentimiento que no sea el amor.
Amor y verdad coinciden. Y el amor dulcifica la forma de decir la verdad pero no le quita firmeza, cuando el interlocutor quiere engañar o engañarse. Engañar o engañarse provoca daño, no así el amor firme que enfrenta el rechazo por decir la verdad para liberar.
Un diálogo que no libere no es un diálogo, sino monólogos sucesivos.
Dios ha querido crearnos para invitarnos para dialogar con Él. Pero jamás puede ser un diálogo basado en la mentira, puesto que Dios es verdad y en Él no cabe mentira alguna.
Quien se valore y valore el ser del otro no debería ceder a la tentación de hablar sin verdad, puesto que desvalorizaría su propio ser, al otro, y la relación entre ambos.
Cedemos a la tentación de hablar sin verdad cuando hablamos por despecho, o enojados, o por envidia, o por celos, o por cualquier sentimiento que no sea el amor.
Amor y verdad coinciden. Y el amor dulcifica la forma de decir la verdad pero no le quita firmeza, cuando el interlocutor quiere engañar o engañarse. Engañar o engañarse provoca daño, no así el amor firme que enfrenta el rechazo por decir la verdad para liberar.
Un diálogo que no libere no es un diálogo, sino monólogos sucesivos.